En Bitcoin, el número de unidades de cuenta que puede haber en circulación está limitado. Dado que la única forma de generar nuevos bitcoins es a través de su minado, esta actividad está controlada de forma que no pueda sobrepasar un número determinado. El mecanismo que regula que esto se cumpla se denomina halving.
Las transacciones de bitcoin se van almacenando en bloques y cada 210.000 bloques, la recompensa por haber generado alguno de estos bloques se reduce en un 50%. Teniendo en cuenta que cada bloque tarda unos 10 minutos en generarse, este evento ocurre cada 4 años aproximadamente.
El halving no se produce de forma progresiva sino que su aplicación es inmediata. El próximo 11 de mayo de 2020 se producirá el tercer halving, por lo que justo después del minado del bloque 629.999, la recompensa se reducirá en un 50% pasando a ser de 12.5 BTC a 6.25 BTC.1
En anteriores ocasiones, el precio de bitcoin ha aumentado de forma significativa antes de producirse ambos eventos de reducción de la emisión, seguidos de un período de caída del precio. Sin embargo, teniendo en cuenta los múltiples factores que pueden afectar al precio de cualquier activo, no se puede anticipar cuál será el comportamiento del precio de bitcoin en este tercer halving.
Consecuencias del halving
La principal consecuencia del halving es la reducción de la oferta de bitcoins. Esto implica que, si se mantiene un nivel de demanda igual o superior al actual, los bitcoins en circulación se revalorizarían.
Sin embargo, el mayor impacto que tiene este proceso afecta a quienes reciben las recompensas, que no son otros sino los mineros. La reducción de los bitcoin que reciben aquellos que se dedican a validar transacciones provoca de forma automática una menor rentabilidad en su negocio ya que tendrán que seguir incurriendo en los mismos costes para conseguir unos menores ingresos.
La segunda vía con la que los mineros obtienen sus ganancias es con el pago de las fees asociadas a las transacciones por parte de los usuarios de la red. Es por ello que al reducirse una de las vías de ingresos que tienen los mineros, el precio de las transacciones podría comenzar a subir en un intento de mantener la rentabilidad. Esto a su vez podría provocar un riesgo de menor atracción de nuevos usuarios.
El aumento de la demanda de bitcoins y su consiguiente subida de precio mantendría una estructura de red similar. Pero si este aumento de la demanda no ocurre y no existe un volumen de transacciones suficiente como para compensar la pérdida de ingresos de la reducción de la emisión de bitcoins, los beneficios de los mineros habrán sido efectivamente reducidos.
Dicha disminución de los beneficios de las empresas que se dedican a minar provocaría inevitablemente que los menos eficientes salgan del mercado, lo que a su vez puede generar un riesgo de mayor concentración y por tanto derivar en un menor grado de descentralización.
En resumen, lo que en principio supone una clara revalorización de la moneda también trae consigo riesgos que pondrán a prueba la resiliencia de la red atacando su activo más valioso: la descentralización.